La palabra sindrome no es una enfermedad.

¿QUÉ ES EL SÍNDROME DE ASPERGER?:

Es un trastorno del desarrollo cerebral muy frecuente (de 3 a 7 por cada 1.000 niños de 7 a 16 años), que tiene mayor incidencia en niños que niñas.

Que ha sido recientemente reconocido por la comunidad científica (Manual Estadístico de Diagnóstico de Trastornos Mentales en su cuarta edición en 1994 de la Asociación Psiquiátrica Americana [DSM-4: Diagnostic and Statistical Manual]), siendo desconocido el síndrome entre la población general e incluso por muchos profesionales.

La persona que lo presenta tiene un aspecto normal, capacidad normal de inteligencia, frecuentemente, habilidades especiales en áreas restringidas, pero tiene problemas para relacionarse con los demás y en ocasiones presentan comportamientos inadecuados

La persona Asperger presenta un pensar distinto. Su pensar es lógico, concreto e hiperrealista. Su discapacidad no es evidente, sólo se manifiesta al nivel de comportamientos sociales inadecuados proporcionándoles a ellos y sus familiares problemas

Ellos luchan sin descanso, con la esperanza de conseguir un futuro más amable en el que puedan comprender el complejo mundo de los seres humanos y ser aceptados tal como son



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lunes, 11 de octubre de 2010

Gipuzkoa registra al año noventa casos nuevos de trastornos autistas

Cuando en 1978 unos padres empeñados en sacar adelante a sus hijos y en sensibilizar a los guipuzcoanos pusieron en marcha Gautena, se creía que el autismo afectaba a 4 de cada 10.000 personas. Sin embargo, la incidencia de este trastorno que afecta a la socialización, la comunicación y el comportamiento es mucho mayor de la que se presumía. Cada año se detectan cerca de 90 casos en el territorio, y un estudio ha revelado que uno de cada 290 niños guipuzcoanos de entre 4 a 6 años presenta trastornos del espectro autista. Una realidad que la asociación guipuzcoana de afectados quiere visibilizar a través de la campaña de sensibilización 'Eliminemos las barreras del autismo', que en las próximas dos semanas nos recordará la situación de este colectivo más numeroso de lo que muchos piensan.
Ahora se diagnostica «más y mejor», y se detecta un mayor número de casos, «porque hay muchos autismos, y no uno; antes se reparaba en las situaciones más graves, pero ahora también se diagnostican casos más leves» explica Ignacio Gallano, responsable del equipo clínico de Gautena. Estos trastornos tienen su origen en alteraciones cerebrales de origen genético, a los que habría que sumar el factor ambiental.
Es muy difícil apreciar síntomas antes de los 12-14 meses, que es cuando suelen aparecer las primeras dificultades de comunicación. Lo normal, en muchos casos, es que los padres reciban mensajes tranquilizadores de su entorno, y son habituales comentarios que vienen a decir que hay niños que «van más a su aire» o que tienen más dificultades para interactuar o hablar.
Las alarmas de algunos de los posibles casos que llegan a Gautena -reciben unas 110 consultas de evaluación al año, de los que 85-90 son positivos- suelen saltar en centros educativos. «Son gente muy sensible y sensata. A los padres que tengan alguna inquietud, les recomendaría que hablaran con la andereño. Han visto a muchos niños y son gente cercana».
A raíz de un cuestionario
Las consultas de los pediatras son otro de los focos de detección. La participación de estos profesionales sanitarios ha permitido a Gautena realizar un estudio con 2.100 menores de la mano de la Fundación Carlos Elósegui de Policlínica Gipuzkoa. Este trabajo ha consistido en elaborar un cuestionario, que han cumplimentado en las revisiones ordinarias los padres de niños de 4 a 6 años. El test levantaba las sospechas, que en Gautena trataban de corroborar con un diagnóstico más profundo. Este trabajo, que DV avanzó en agosto, ha permitido saber por vez primera que 1 de cada 290 niños de esa edad presenta trastornos del espectro autista. En el caso del Asperguer, que es una forma de autismo pero sin discapacidad intelectual, se ha identificado un caso por cada 670 niños. En los Estados Unidos y el Reino Unido manejan una tasa de un afectado por cada 110 nacidos.
En cualquier caso, la incidencia es elevada, «mayor de lo que la gente piensa». Gallano reconoce que se siguen viendo «pocos» afectados de mayor gravedad, «pero sí más leves». Y la evolución, si son tratados, es muy distinta. «Tenemos niños de 12-14 años que cuando sean mayores van a poder ser autónomos, trabajar e incluso independizarse. Y, en todo caso, el nivel de apoyo que van a requerir va a ser muy bajo». Hace años, lo más probable es que, al no corresponder a un perfil típicamente autista, «fuesen diagnosticados de otra cosa y acabasen en un hospital psiquiátrico».
Ahora, cuando se detecta un caso, lo primero que se hace es un perfil de las dificultades y habilidades del niño. Es fundamental, dice Gallano, que todo el mundo que sea importante en la vida de ese niño, especialmente su familia y centros educativos y de ocio, sepa bien cómo tratarle, «porque abre una serie de resquicios a la hora de que ese niño pueda comunicar y la evolución es radicalmente distinta».
En esto, los más pequeños parecen llevar la delantera. «Perciben a los niños con autismo con los que conviven en el colegio con mucha más normalidad que los adultos. Eso es importante, porque cuando esos niños tengan 30 ó 40 años no van a ver a la persona con autismo como probablemente lo hacen hoy los adultos».

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